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Se habia acumulado mucho daño,mucha pobreza,muchas injusticias, |
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ya no podían más y las palabras tuvieron que pedir lo que debían. |
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A fines de mil novecientos siete, |
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se gestaba la huelga en San Lorenzo |
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y al mismo tiempo todos escuchaban un grito que volaba en la desierto |
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de una a otra oficina, |
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como ráfagas, se oian las protestas del obrero |
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de una a orta oficina, |
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los señores, el rostro indiferente o el despreciar. |
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¿Qué les puede importar la rebeldía,de los desposeídos, de los parias? |
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Ya pronto volverán arrepentidos, |
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el hambre los traerá, cabeza gacha. |
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¿Qué hacer entonces, qué si nadie escucha? |
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Hermano con hermano preguntaban. |
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Es justo lo pedido y es tan poco, |
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¿tendremos que perder las esperanzas? |
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Así, con el amor y el sufrimiento se fueron aunando voluntades, |
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en un solo lugar comprenderían, |
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había que bajar al puerto grande. |
